Pastores y ordenadores. Kirmen Uribe

Variaciones sobre la literatura y los fractales.

Paramos en Soria. Era un chaval. Visitamos la iglesia de Santo Domingo, en Soria. Pero mi padre no entró en la iglesia, sino que se quedó fuera, hablando con un señor que estaba sentado en el pórtico. Mi padre siempre decía que, más que las propias iglesias, era más enriquecedor conocer a las personas que se acercaban a la entrada del templo. Mi madre, mis hermanos y yo entramos a la iglesia y cuando salimos, aquellos dos hombres seguían hablando. Me resultaba extraño ver a mi padre conversando con un señor así, y no dejaba de preguntarme qué tendrían que contarse un pescador y aquel anciano que sólo conocía mares de trigo.

 


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