Entrevista

[Maider Zilbeti]
Durante los últimos años tu interés se ha centrado en experimentar con nuevos modelos de autoría. En el feminismo, y más concretamente en el ciberfeminismo, ¿cómo se desarrollan el concepto y la idea de la autoría?

[Cornelia Sollfrank]
Antes que nada, me gustaría mencionar que la autoría como concepto puede aplicarse a todas las disciplinas creativas; pero como soy artista, para mí lo más lógico es empezar desde la perspectiva de mi propia disciplina.

Si echamos un vistazo al mundo del arte contemporáneo, seguimos enfrentados a una diferencia notable en cuanto a la cantidad de hombres y mujeres artistas (=autores) representados, no sólo en las grandes exposiciones que marcan la historia del arte, sino entre todos los artistas de éxito profesional (y financiero). Esa marginalización tiene razones estructurales, y guarda relación con la tradición de definir el «arte» y el «artista» en sí. La historia del arte feminista ha hecho una valiosa aportación en ese ámbito, investigando los orígenes de su disciplina. En la primera historia del arte, escrita por Giorgio Vasari
acerca de «Las vidas de los pintores, escultores y arquitectos más excelentes» a partir de 1550, se incluían unas pocas mujeres, pero con el único propósito de demostrar su posición secundaria. Tal
como lo explica Maike Christadler, las mujeres artistas estaban excluidas por su mera inclusión. La descripción que hacía Vasari de los principios masculinos y femeninos y de su relación «natural»
con el acto creativo trajo como resultado que se considerase la creatividad algo masculino, y además la autoría y la obra de arte se constituyen distinguiendo al hombre de la mujer «otra».
Si queremos pensar acerca de modelos de autoría feministas o ciberfeministas, primero tenemos que comprender esa historia, y después podremos comenzar a desarrollar estrategias para reflejar,
deconstruir y socavar el peliagudo papel de la mujer creadora.


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